Desde el primer momento supe que ese pescado no me iba a caer bien.
Inimaginable, por otro lado, que me provocaría la muerte.
En honor a la verdad, no vi luces, ni se me pasó la vida delante de los ojos, ni nada por el estilo. Aparecí en una exuberante selva, plena de humedad, y enfrente de mi un flaco y barbado señor me miraba fijo. Había algo de locura y de superioridad en esos ojos inyectados de dolor, testigos de quien sabe qué penosas situaciones.
Envalentonado (¿qué puede temer un muerto?) enfilé hacia quien creía era una de las plumas mas torturadas de la literatura sudamericana.
- Envenenado? me preguntó.
- Pez globo en Palermo, respondí.
- Bienvenido, acá estamos todos.
- Hace mucho que esta por aquí? Inquirí, rodeando con mis orbitas un paisaje absolutamente verde, perlado de gotas que caían, hoja sobre hoja, hasta tocar el colchón esmeralda.
- Acá, como allá antes (ademán que entendí a cuando estaba vivo), el tiempo no transcurre igual. Se estira como el tiempo entre dos enamorados se estira entre encuentro y encuentro.
- ¿Por qué en su obra siempre abundan los contratiempos amorosos y ese “nadar contra la corriente”?
- Todos buscan explicaciones, si el arte es autobiográfico, si es fantasía, si es “realismo mágico”, etc, y la verdad es que yo he vivido como he escrito, porque primero está la vida y sus experiencias, y luego recién la recreación de lo vivido. Y he tenido la suerte de que mi vida fuera lo suficientemente aventurera como para que mis escritos les hicieran vivir mis aventuras a los demás. También el suficiente infortunio para que mis obras quedaran marcadas por los momentos difíciles que me tocaron vivir. Y si hilamos mas fino, te diría que toda literatura es, en última instancia, autobiográfica porque primero tuvo que haber pasado en algún recóndito lugar de la mente, y ese haberlo pensado lo instaura como posible, y en esa posibilidad que alguien pudo pensar subyace lo realizable, entendes? Recordar a mis esposas, las negativas de sus familias a que se casaran conmigo, y a que las trasladara a la selva, me han marcado de una manera inigualable, a mi y a mis escritos.
- Pero también tuvo sus momentos felices, o no?
- Por supuesto. En esto no temo pecar de común, al decir que los nacimientos de mis hijos fueron el regalo más grande que me pudo haber dado la naturaleza, así como las amistades que coseché en vida, donde muchos de ellos me siguieron en este camino que elegí.
- Se refiere a Alfonsina Storni y Leopoldo Lugones?
- Y a mis hijos Eglé y Darío.
- Espero no le moleste mi pregunta, pero ¿qué cree que pasó para que la tragedia esté siempre presente en su vida y la de los que lo rodearon?
- M´ijo, desde los tres meses, cuando vi morir a mi padre, la muerte y la tragedia rondan por donde ando. Y no solo a mi, sino en todos anida la muerte, porque, ¿qué mas común que la muerte como final para todos? Nada nos hermana más que la parca. Mi único mérito, si es que se le puede llamar así, fue retratar el salvajismo en que esta imbuido el concepto “vida”…Desde el mismísimo nacimiento, uno esta corriendo una carrera que no puede ganar, entonces lo único que puede variar entre las personas es la forma en que terminará esa carrera, pero nada mas. Y tuve la suficiente fortaleza para terminarla como yo quería, y no como mi enfermedad me hubiera dejado. Creo que esa decisión nos corresponde a cada uno, y no hay Dios ni Estado que deba meterse.
- No me respondió una parte de la pregunta, ¿qué pasó con los demás?
- Cae de maduro, muchacho! Uno no solo es lo que trae desde la cuna, también es el ambiente en que se cría. Mis amigos y mis hijos conocieron la vida en la selva, los peligros que acechaban y las cosas que podían modificar y lo que no, y me considero absolutamente responsable de haberles enseñado que cada uno elige, siempre. Llegados a cierto nivel, fueron libres, como yo, de tomar el camino que mas conveniente les parecía.
- ¿Por qué cree que su obra “Pasado Amor” no tuvo el éxito esperado?
- Los nuevos intelectuales no lo entendían. Era una novela maravillosa, con personajes fuertes, situaciones que los ponían en dicotomías francamente reales, y cuyas soluciones, en caso de que las encontraran, demandaban enormes esfuerzos.
- ¿Era autobiográfica, no?
- Justamente, lo que te contaba antes, hay casos donde la experiencia de vida se nota mas acentuada, y otras donde tendremos que descubrir en que parte hay experiencia de vida y dónde ejercicio mental, pero en todas y cada una de ellas, es inobjetable la relación entre pensamiento/acción. “Pasado amor” retrata con rasgos mas o menos sesgados, mi relación con Ana (*) y las mil y una estratagemas que tuve que utilizar para verla ante la negativa de sus padres a autorizar la relación.
- Hoy, a la distancia, ¿les cambiaría algo a sus obras?
- Para nada. Todo lo que tenía para decir en ese momento y de la forma en que fue escrito, esta bien. Hay algo que aprendí a lo largo de mi vida: No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si entonces eres capaz de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino. Y si uno lee mis obras, todas ellas, hay algo que se destaca: transmiten las mismas sensaciones que sentí cuando las escribí. Somos dos los que vamos descubriendo esos animales, esas desventuras, ese lento pero inexorable transcurso del tiempo y sus consecuencias. Y somos dos los que sentimos al final, luego de tantos tormentos, la llegada de la dulce sensación del reposo extasiado que nos brinda la vida. No la Muerte. La vida es la que nos derrota, la muerte es solo la mensajera que no goza de buena prensa.
- ¿Podría hablarme más alto? No lo escucho bien, me oí decirle
- Te estas yendo amigo…No es tu hora aún. Pero trata de adquirir toda la independencia posible. Que seas vos quien decide qué, cuándo y cómo. O no. No soy quién para decirle a alguien como vivir su vida. Adiós.
Y ahí sí sentí que todo se borraba, que desaparecía el arriba y el abajo. El adelante y el atrás. Y todo el verdor se transformaba en una arenisca molesta que entraba por mis ojos y me impedía enfocar la vista.
Trataba de correr el velo que asfixiaba mi angustiante respirar, y en esa frenética lucha estaba cuando la suave voz de la enfermera sonó como un tiro en la selva:
- Ya está volviendo, doctor.
German Alfaro.
(*)Ana Maria Palacios, de 17 años.
jueves, septiembre 20, 2007
lunes, septiembre 17, 2007
El ultimo vuelo
Hombre en la Luna!
Más quisieras…que algún cohete te arranque de este campo sin estrellas, y hacia el infinito y mas allá te lleve.
Improperios cruzan tu mente. Esos molinos de viento son demasiado grandes! Y no empujan viento, sino pestilencias pegajosas ardientes de deseo impoluto. Nunca será impoluto si se originan de esas honduras mentales, me recuerda el cartel en las frentes de los otros.
Allá ellos!
Que Alá u algún otro ídolo infecto de poder los hunda en las marismas del perdón! El arrepentimiento es al hombre lo que la sociedad a la Humanidad. Una degeneración de lo estipulado.
Quien te da derecho a decir esas cosas? me pelea un Minotauro travestido, y en los laberintos de mi mente corro buscando la cera que me permita construir mis alas y acercarme a mi destino.
Falacias! Doblé a la izquierda en cada dicotomía amurada, como bien me habían enseñado, y me di cuenta que solo por arriba o por abajo estaba el escape.
Y elegí abajo.
Tarea difícil si las hay. A tu propio peso se agrega la historia de los que ya están ahí.
Hay que excavar. Excavar como si se te fuera el alma en ello. Porque es lo que sucede. Naciste y descendió al nivel de la tierra, y cada día la empujaste más y más. Te arrancaste la piel buscándola, pero no estaba en esta materia.
Y si nunca estuvo?
Por eso. Seguí excavando, hasta que las marismas de las napas mas profundas salgan a la luz, y cuando estés ahí, parado en la caverna, hasta los muslos embutido, mira a tu alrededor, y date cuenta que el espacio no existe, y que es todo lo mismo.
Anidà ahí, donde las bestias cefálicas te ordenaron y espera vanamente que los gorriones lleguen.
Y ese sonido? En marzo hay aves?
DIANTRES!
La luna! Es hora de viajar. Extiendo mis alas, y a la luz de su cara vuelo sin temor a la caída.
Más quisieras…que algún cohete te arranque de este campo sin estrellas, y hacia el infinito y mas allá te lleve.
Improperios cruzan tu mente. Esos molinos de viento son demasiado grandes! Y no empujan viento, sino pestilencias pegajosas ardientes de deseo impoluto. Nunca será impoluto si se originan de esas honduras mentales, me recuerda el cartel en las frentes de los otros.
Allá ellos!
Que Alá u algún otro ídolo infecto de poder los hunda en las marismas del perdón! El arrepentimiento es al hombre lo que la sociedad a la Humanidad. Una degeneración de lo estipulado.
Quien te da derecho a decir esas cosas? me pelea un Minotauro travestido, y en los laberintos de mi mente corro buscando la cera que me permita construir mis alas y acercarme a mi destino.
Falacias! Doblé a la izquierda en cada dicotomía amurada, como bien me habían enseñado, y me di cuenta que solo por arriba o por abajo estaba el escape.
Y elegí abajo.
Tarea difícil si las hay. A tu propio peso se agrega la historia de los que ya están ahí.
Hay que excavar. Excavar como si se te fuera el alma en ello. Porque es lo que sucede. Naciste y descendió al nivel de la tierra, y cada día la empujaste más y más. Te arrancaste la piel buscándola, pero no estaba en esta materia.
Y si nunca estuvo?
Por eso. Seguí excavando, hasta que las marismas de las napas mas profundas salgan a la luz, y cuando estés ahí, parado en la caverna, hasta los muslos embutido, mira a tu alrededor, y date cuenta que el espacio no existe, y que es todo lo mismo.
Anidà ahí, donde las bestias cefálicas te ordenaron y espera vanamente que los gorriones lleguen.
Y ese sonido? En marzo hay aves?
DIANTRES!
La luna! Es hora de viajar. Extiendo mis alas, y a la luz de su cara vuelo sin temor a la caída.
Cuerpos
Lindas tetas.
Lindo culo.
Linda cara.
¿En que idioma hablan que no escucho?
Lindos ojos.
Lindos labios.
Linda piel.
¡Maldita intangibilidad que me priva de la normalidad!
Lindo aroma.
Lindo pelo.
Lindo aliento.
¿Y a mi, que los tapires me arrancaron el apéndice, me son negados?
Lindos dientes.
Lindas mejillas.
Lindo piercing.
¡Los unos aborrecidos, los otros huyentes, los varios atornillados!
Lindas orejas.
Lindas manos.
Lindo cuello.
Inasibilidad extrema que marca el límite central de la panza dibujada por la elipse en su vuelta a empezar.
Caminan, abundan, menean, regalan exhuberancias!
Cual cortinado de terciopelo negro, la razón cae en hondas reflexiones que chocan entre ellas dando por resultado un horizonte rojo.
¡Busco, rebuzno, debo encontrar en mí una parte física que acepte el contacto!
Me miro, me palpo, me husmeo…no hay caso.
Por hoy, nada de cuerpos para mi!
Lindo culo.
Linda cara.
¿En que idioma hablan que no escucho?
Lindos ojos.
Lindos labios.
Linda piel.
¡Maldita intangibilidad que me priva de la normalidad!
Lindo aroma.
Lindo pelo.
Lindo aliento.
¿Y a mi, que los tapires me arrancaron el apéndice, me son negados?
Lindos dientes.
Lindas mejillas.
Lindo piercing.
¡Los unos aborrecidos, los otros huyentes, los varios atornillados!
Lindas orejas.
Lindas manos.
Lindo cuello.
Inasibilidad extrema que marca el límite central de la panza dibujada por la elipse en su vuelta a empezar.
Caminan, abundan, menean, regalan exhuberancias!
Cual cortinado de terciopelo negro, la razón cae en hondas reflexiones que chocan entre ellas dando por resultado un horizonte rojo.
¡Busco, rebuzno, debo encontrar en mí una parte física que acepte el contacto!
Me miro, me palpo, me husmeo…no hay caso.
Por hoy, nada de cuerpos para mi!
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