jueves, junio 10, 2004

Matanza en al-Qaim, otra Faluya desconocida

Testimonios e Informe del Centro del Observatorio de la Ocupación en Bagdad



Imán Ahmad Jamas *


CSCAweb (www.nodo50.org/csca) 7 de junio de 2004
Centro del Observatorio de la Ocupación en Bagdad (Iraq), 1 de junio de 2004
Traducción para CSCAweb de Sinfo Fernández Navarro

"Este, Malik, -Mayid nos mostraba una lista de 47 nombres-, era disminuido mental. Tenía 51 años, le dispararon en la pierna, gritaba pidiendo ayuda y entonces le dispararon en el pecho. Este, Abdul Hai Farhan, estaba saliendo de la mezquita con las manos levantadas cuando le dispararon en el cuello. Mahmud Shakir Salih, al tratar de ayudarle le dispararon e hirieron en el abdomen. Nos pidieron ayuda y no pudimos hacer nada. Murieron desangrados. Hubo muchos discapacitados que murieron el 17 de abril".

El informe del Centro del Observatorio de la Ocupación en Bagdad que presentamos a continuación y la aportación de testimonios que incluye dan cuenta de uno más de los episodios de ataques indiscriminados de las fuerzas de ocupación estadounidenses en Iraq contra población civil de aldeas y ciudades del país. Al-Qaim, una pequeña localidad rural al norte de Iraq, sufrió los días 17 al 19 de abril de 2004 una incursión militar por parte de las tropas de ocupación que habría causado la muerte de al menos cinco soldados estadounidenses y más de cien iraquíes [1]. Los hechos que narra este informe no trascendieron entonces porque los duros combates que en las mismas fechas se estaban desarrollando en Faluya entre los combatientes de la resistencia y los marines estadounidenses acapararon entonces toda la atención mediática [2].

Sin embargo, cuando el Centro del Observatorio de la Ocupación investigaba el bombardeo estadounidenses por tierra y aire del pasado 18 de mayo que causó la muerte de 45 personas mientras disfrutaban de una boda popular en la aldea próxima de Mugrldib (transcrito también Makr al-Deeb) [3], se desveló que un mes antes al-Qaim había sido atacada indiscriminadamente en una contundente operación militar contra población civil y contra los propios efectivos de la policía iraquí de la localidad.

Los hechos aquí narrados ponen en evidencia no solo la brutalidad de las prácticas militares estadounidenses, que reproducen las mismas tácticas que el ejército israelí practica en Palestina, sino que el bombardeo contra la mencionada boda un mes después podría haberse llevado a cabo como represalia del ejército estadounidense por lo sucedido un mes antes en al-Qiam. [CSCAweb]

El pasado mes de abril fue el mes de Faluya: todas las agencias de los medios de comunicación informaron sobre la batalla que tenía lugar en esa ciudad. En cambio, sólo apareció un corto subtítulo en la lista de noticias del 17 de abril que indicaba que se habían producido combates en al-Qaim, a 420 kilómetros al oeste de Bagdad, que una patrulla estadounidense había sido atacada y que habían muerto entre siete y nueve soldados. Al día siguiente hubo un breve reportaje que mostraba las calles vacías de una pequeña ciudad rural iraquí. La noticia se olvidó velozmente.

Cuando fuimos hasta al-Qaim para averiguar lo que había sucedido en la masacre de la boda del 18 de mayo [en Mugrldib], todo el mundo, incluso los funcionarios, comentaba lo que había ocurrido allí mismo el 17 de abril. La gente estaba indignada porque más de cien personas habían sido asesinadas; pero lo que más les hería era que la mayoría habían sido niños, mujeres y ancianos que podían haberse salvado si se les hubiera podido prestar ayuda médica inmediata, así como el hecho de que muchos de ellos habían sido asesinados dentro de sus casas. La amargura era el sentimiento común y compartido. El Dr. Hamdi al-Alusi, director del hospital, nos dijo que el 17 de abril había sido el día más miserable de su vida.

Testimonio de Hamdi al-Alusi, director del hospital

-Dr. Hamdi al-Alusi: Estuve recibiendo llamadas de socorro durante 24 horas, las ambulancias estaban preparadas para acudir pero las tropas estadounidenses nos lo impidieron. Yo mismo fui a hablar con ellos, envié a varios doctores y siempre nos dieron una negativa por respuesta. Incluso nos amenazaron diciendo que si alguna ambulancia se atrevía a salir del hospital le dispararían y matarían al conductor. Y así lo hicieron con una -puede verla en el garaje-, hiriendo al conductor en el cuello. Pedimos ayuda al Creciente Rojo, al alcalde, a la policía, a los oficiales médicos, pero hasta pasadas 24 horas no nos permitieron movernos y prestar auxilios y aún así tan sólo a niños y mujeres, no a los hombres, cualquiera que fuera su edad. Se nos murió un niño de 14 años; no nos permitieron rescatarle. Muchos heridos murieron desangrados.

-Imán Jamas: ¿A cuantas personas mataron?
-Dr. Hamdi al-Alusi: Entre 70 y 100 personas.

-Imán Jamás: ¿No sabe el número exacto?
-Dr. Hamdi al-Alusi: No, ese fue uno de nuestros mayores problemas. Pasadas 24 horas, los estadounidenses nos permitieron atender a los heridos y enterrar a los muertos, pero las familias se habían apresurado a enterrar a sus muertos porque temían que los combates estallaran de nuevo. Muchos de ellos habían sido enterrados en el jardín de sus casas. Una de las mujeres, que estaba embarazada, y a la que habían disparado en la cabeza, se estuvo desangrando y cuando enviamos por ella para que la trataran en Hit, una ciudad cercana, se nos murió en el camino. En la actualidad nuestro hospital está arrasado. El 18 de abril, después de permitirnos ayudar a los heridos, muchos vehículos blindados estadounidenses entraron en el hospital; querían ver a los heridos. Les dije que lo sentía profundamente pero que no era posible porque muchos de los heridos habían muerto en las últimas 24 horas. Entonces reunieron a los empleados del hospital, incluidos los doctores y los especialistas, les tumbaron en el suelo, boca abajo, y les registraron por todas partes sin dar explicaciones.

-Imán Jamas: ¿Qué hizo usted?
-Dr. Hamdi al-Alusi: Escribí protestando a los oficiales médicos y todavía estoy esperando la respuesta. Pero esa no fue la única humillación con la que nos obsequiaron. El 20 de abril [los soldados estadounidenses] volvieron y me dijeron que querían a la Dra. Laman. Ella es ginecóloga. Querían llevársela para interrogarla en las oficinas de aduanas [de la frontera con Siria] que utilizan como base militar. Me negué a menos que yo la acompañara y les dije que iríamos en ambulancia, no en un vehículo militar [estadounidense]. Accedieron. Tuvimos que esperar 90 minutos. Entonces nos llevaron en tres [vehículos multirruedas blindados] Humvees hasta otra base a 40 kilómetros de al-Qaim, donde nos ataron las manos y nos cubrieron las cabezas con sendos sacos. Cuando protesté nos dijeron que era necesario hacerlo así. Dijeron que la Dra. Laman estaba acusada de ayudar a una persona herida. Les dije que yo, como doctor, la hubiera sancionado si ella no hubiera ayudado a un herido: "Somos médicos; ayudamos a las personas sin importarnos quiénes son", afrimé. Les dije que yo mismo había atendido a un soldado irlandés en 1991 que está ahora sano y salvo en su casa; que ayudé a decenas de soldados iraníes en la guerra entre Iraq e Irán. Esas son las reglas y ellos las conocen bien.

Testimonio de Mayad Mijlif, administrativo del hospital

El Sr. Mayad Mijlif, el ayudante administrativo, confirmó lo que nos decía el doctor. De camino al departamento administrativo fuimos a comprobar los nombres, edades y sexo de las víctimas, Mayad señaló la verja que había en la parte sur del hospital diciendo:

"[...] Durante el combate encontramos el cuerpo de un hombre que había sido lanzado allí metido en un saco de plástico. No le habían disparado, pero tenía hematomas en los ojos y la boca que estaban muy hinchados. Había marcas de cigarrillos apagados en el pecho y en la espalda. Y también algo extraño, una estrella azul de seis puntas dibujada en su hombro derecho por un bolígrafo o un sello".

-Imán Jamas: ¿Una estrella de David?, ¿por qué?
-Sr. Mayad: No sé, tenemos fotos y vídeo, los médicos nos han dicho que ha muerto hace tan solo una hora. Pero no era la primera vez que encontrábamos un cuerpo lanzado cerca del hospital. Hallamos también el cuerpo de Akram Hannush Yaqub al-Rawi, un funcionario en excedencia de 45 años que trabajaba en una gasolinera. Antes de que encontráramos su cuerpo había estado arrestado durante una semana en la base estadounidense de Kilo 22. Dos detenidos más en la misma base dijeron que habían visto a Akram allí en una celda con las manos atadas colgando del techo, que suplicaba agua y que se negaban a dársela. Las marcas de sus muñecas eran muy evidentes. Enviamos el cuerpo al hospital forense en Ramadi.

Posteriormente, esa tarde, llamamos también a la comisaría para preguntar por lo ocurrido el 17 de abril y nos dieron cita para el día siguiente. Alegaron que estaban muy ocupados porque acababan de encontrar los cuerpos descompuestos de cuatro hombres y que estaban intentando reconocerlos. Hacía menos de un mes que les habían matado.

En el departamento administrativo nos dieron una lista de víctimas; la mayoría con disparos en la cabeza, pecho y abdomen:

"[...] Este, Malik, -Mayid nos mostraba una lista de 47 nombres-, era disminuido mental. Tenía 51 años, le dispararon en la pierna, gritaba pidiendo ayuda y entonces le dispararon en el pecho. Este, Abdul Hai Farhan, estaba saliendo de la mezquita con las manos levantadas cuando le dispararon en el cuello. Mahmud Shakir Salih, al tratar de ayudarle le dispararon e hirieron en el abdomen. Nos pidieron ayuda y no pudimos hacer nada. Tratamos de ayudarles por teléfono, diciéndoles lo que debían hacer para contener la hemorragia; presionar las heridas, vendarlas, pero no conseguimos nada. Murieron desangrados. Hubo muchos discapacitados que murieron el 17 de abril. Homeidi Letlut, le llamamos Hleil, tenía una sola pierna, y Sabah, que era sordomudo, ambos murieron también."

Había muchos agujeros de bala en las paredes del hospital. "Nos han disparado muchas veces", explicó Mayid, "en una ocasión, dispararon a un médico que llegaba para hacer el turno de noche. El 17 de abril dispararon cientos de balas contra el hospital. Un hombre que estaba sentado en esta camilla esperando que le hicieran una radiografía recibió seis balas y murió en pocas horas".

-Imán Jamas: ¿Había sido declarado el Estado de sitio?
-Sr. Mayad: No, era un día normal. Yo envié a mis hijos al colegio. Una de nuestras empleadas, Nahla Kurdi, fue también herida cuando iba de camino a su trabajo. También dispararon a una niña de nueve años.

-Imán Jamas: ¿Qué es lo que ocurría?
-Sr. Mayad: No lo sé exactamente. Dijeron que la base estadounidense instalada en las oficinas de aduanas había sido atacada. Está a unos dos kilómetros de la ciudad. Pero los estadounidenses empezaron a disparar por las calles contra todo. Incluso llegaron a atacar la comisaría (como nos había dicho su director, el teniente coronal Imad).

Testimonio de Yidr Abdul Hamid, recepcionista del Hospital

"[...] También dispararon a dos pastores que estaban en la puerta del hospital y que querían llenar de agua el depósito de su camión. Traté de rescatarles pero los estadounidenses me detuvieron hasta que el Dr. Hamdi les envió una carta en inglés. Rescatar a los heridos del 18 de abril fue la cosa más complicada que he hecho en mi vida. Había un vehículo blindado cada 50 metros. Querían matar a Abdul Rahim Zabba, de 45 años, que estaba desangrándose tras haber sido herido en su casa, y habían matado ya a su hijo Anmar, de 10 años. Nos detuvieron otra vez cuando tratamos de rescatar a una mujer de 35 años y a un niño de 12. Durante ese día tuvimos 45 heridos. Cuando fuimos a Karabla, a 8 km. de al-Qaim para tratar de conseguir sangre, nos pararon y dijeron que estábamos ayudando a los terroristas. Les contesté que podían acompañarme y asegurarse de que yo sólo trataba de conseguir sangre para ayudar a una mujer."

Hamid continuó relatándonos las historias de Husa, la mujer de Riyab, y de Betul, su hermana, que murieron en su casa por los disparos de un francotirador; la de un teniente coronel de policía, Yamil, al que disparó otro francotirador, y la de Ahmad, que trató de ayudarle y al que dispararon en la cabeza en su casa; la de los dos hijos de Fazi, a los que dispararon en el interior de su casa y se desangraron hasta morir.

Jaleif al-Salmani

Jaleif al-Salmani es un hombre de cuarenta y pocos años que perdió la mano derecha en 1987 cuando era soldado en la guerra de Irán. A su mujer, Esaf Ghazai Herbi, de 30 años, le dispararon el 17 de abril por la tarde en su casa. Una madre de nueve criaturas, embarazada de seis meses. En al-Qaim, como en muchas otras zonas de Iraq, la gente construye el baño fuera de la casa, en el jardín. Esaf iba desde el baño al interior de su casa cuando un francotirador estadounidense que estaba escondido en la segunda planta de la casa vecina le disparó en la cabeza. Aún hay muchos agujeros en la pared junto a la que le dispararon. Jaleif estaba en el mercado con su hijo mayor Imad, de 14 años, vendiendo una oveja que su mujer había matado. Uno de los vecinos de la casa de al lado saltó la valla y llevó a Esaf dentro. Estaba inconsciente y sangraba. Llamó al hospital muchas veces sólo para que le dijeran que no podían ir a ayudarle, que las tropas estadounidenses se lo impedían. No fue sino hasta el mediodía del día siguiente cuando una ambulancia pudo llegar para ayudar a Esaf. Murió con su bebé camino del hospital. Cuando preguntamos a Ammar, de 18 meses, el hijo menor de Esaf, dónde estaba su madre, nos dijo "Bush la mató". Jaleif está furioso, "¿qué voy a hacer ahora?. Si ésta es la democracia que nos prometieron, no la queremos".

Hamdiya Abid Mhawis, madre de familia

La puerta de la casa de al lado es la de Fleiyh Abid Hommadi, de cincuenta y pico años, empleado en la gasolinera. Fleiyh recibió un disparó en el pecho cuando salió de su casa al jardín para rescatar a Esaf. Murió inmediatamente en la terraza. Parece que el mismo francotirador que mató a Esaf disparó también a Fleiyh porque las balas procedían de la misma dirección, a la derecha de ambas casas. De nuevo vimos que la valla del jardín estaba llena de agujeros de bala. Hamdiya Abid Mhawis, su mujer, estaba poniéndose un velo negro cuando salía para reunirse con nosotros. Lloraba. Pero después de un rato, al contar la historia de la muerte de su marido, se indignó y se quitó el velo. Hamdiya tiene 13 hijos, ocho niñas y cicno niños; el mayor acaba de marcharse voluntario para luchar con las fuerzas de la resistencia.

"[...] Cuando le dispararon estaba intentando ayudar a nuestra vecina, le arrastramos hasta el vestíbulo, tratamos de hacer algo, pero se nos murió. Le enterramos temporalmente durante cinco días en el jardín. El no tenía nada que ver con la resistencia; de hecho, los estadounidenses les dieron un papel en que ponía que Fleyh era un buen hombre, entonces ¿por qué le mataron?. Disparan por todas partes, todos los cristales de nuestras ventanas están rotos y estamos aterrados, durante este último año hemos vivido continuamente aterrados. ¿Es ésta la libertad que nos prometieron?. Han destrozado a mi familia, ¿Qué clase de seres son? ¿Por qué nos matan de esta manera? ¿Qué les hicieron una mujer embarazada y mi marido? ¿Por qué nos humillan hasta dentro de nuestras casas? Quiero preguntarle a Bush por qué nos está haciendo todo esto. ¿Aceptarían los estadounidenses que alguien les hiciera lo mismo a ellos?"

Abdul Rahman Mijlif Mohamad, 35 años, ferroviario

Abdul Rahman Mijlif Mohamad, de 35 años, es maquinista de tren y vive cerca de la estación. Estaba en casa cuando la zona fue asaltada después del terrible bombardeo del 17 de abril. Se le sacó fuera de la casa; los soldados estaban registrándola cuando oyó la noticia de que su hermano, un trabajador de aduanas, había sido arrestado.

"[...]Yo sé por qué le arrestaron, su único problema es su nombre, Sadam, y además él nunca ha participado en ningún acto de violencia. Mi madre se desmayó cuando oyó la noticia, yo estaba ocupado intentando ayudarla cuando tuve otra llamada para decirme que a mi padre le había disparado un francotirador y que yacía en la calle, sin nadie que pudiera ayudarle. Mi padre, de 65 años, es guarda en la estación de ferrocarril. No sé por qué abandonó la estación, quizá estaba intentando ayudar a alguien o sólo trataba de volver a casa tras escuchar que había sido asaltada y mi hermano arrestado. No pude recuperar el cuerpo de mi padre hasta el día siguiente; tenía muchos disparos en el pecho. Le enterramos en el jardín. No entiendo por qué le dispararon, era viejo y estaba desarmado, pero ellos disparan a todo el mundo. Incluso dispararon a un niño de 10 años, Anmar Rahim Zabba, que se asomó a la puerta de su casa para mirar los aviones. Mi hermano está aún en Abu Guraib, no encontraron nada en nuestra casa, pero su nombre es para ellos un problema."

Ahmed y Yamil, teniente coronel de la policía iraquí

La historia más extraña es la de Ahmed y su primo Yamil, que era teniente coronel de policía y a quien los estadounidenses conocían. Yamil salió de su casa el 17 de abril por la tarde para ver a su primo que vive en la puerta de al lado. Un francotirador estadounidense le disparó en el hombro izquierdo, en la pierna y en el costado. Cayó al suelo en medio de la calle y empezó a llamar pidiendo ayuda. Nadie podía ayudarle aunque la calle no tenía más de cinco metros de ancho. Su primo Ahmed, que tiene una tienda de ultramarinos, le lanzó una manguera y fue arrastrándole hasta la casa. Entonces los estadounidenses llegaron hasta allí y registraron la casa.

Se dieron cuenta de que era un oficial de policía. Les pidió que le ayudaran pero se negaron y se marcharon. La familia intentó llamar a una ambulancia para que le ayudaran pero fue imposible conseguirla. Después de un rato, otro grupo de tropas estadounidenses se acercó a la zona y vio la sangre que cubría la calle y que llegaba hasta la casa de Ahmed. Rompieron la puerta e irrumpieron dentro. Ahmed les mostró la tarjeta de identidad de Yamil pero fue inútil: dispararon a Ahmed en el pecho que cayó muerto en el acto. Registraron la casa pero no encontraron nada. Se marcharon. Yamil permaneció desangrándose hasta el día siguiente; murió al amanecer.

Fazi Dgheiym, jubilado

Fazi Dgheiym es un funcionario jubilado de unos sesenta años y era uno de los hombres más tristes que he visto en mi vida. Sólo contestó a mi pregunta como muestra de respeto, aunque hubiera preferido no hablar. Fazi perdió a dos de sus hijos, Ghazuan, de 20 años, y Sufian, de 23, al mismo tiempo dentro de su casa. En la tarde del 17 de abril el tiroteo se detuvo durante un rato. Por curiosidad, Sufian se asomó a la puerta para echar un vistazo a la calle y entonces un francotirador le disparó en el pecho, en el lado izquierdo. Su hermano Ghazuan estaba lavando el coche en el garaje cuando vio que su hermano se desplomaba en el suelo. Fue corriendo para auxiliarle y entonces un helicóptero le disparó a él en el muslo. Un tercer hermano, Marwan, llegó asimismo corriendo al ver la situación de sus hermanos y también le dispararon pero solo perdió un dedo de la mano. Fazi trató de obtener ayuda del hospital y del Creciente Rojo pero fue inútil: aquel día nadie podía moverse por las calles de al-Qaim.

Fazi tuvo que contemplar cómo sus hijos se desangraban en dos horas hasta morir frente a su madre y toda la familia. Ghazuan murió primero, tras 90 minutos, porque el helicóptero le había disparado en la aorta. Sufian murió después de dos horas. Los cuerpos tuvieron que permanecer en la casa hasta la mañana siguiente, en que el padre los enterró de forma temporal en el jardín. Cuando pasaron dos días, fueron enterrados adecuadamente en el cementerio. "Eso no es libertad -dijo Fazi con amargura-. Eso es nazismo".

Riya Nawaf, alcalde de al-Qaim

Riya Nawaf, alcalde de al-Qaim, nos contó cómo se las arregló para llegar a un acuerdo con los estadounidenses en el segundo día de los combates para que permitieran que las ambulancias pudieran trasladarse para recoger a los heridos, enterrar a los muertos y para que compensaran a los civiles.

-Imán Jamas: Mucha gente dice que los estadounidenses no dan compensaciones por nada ni por nadie.
-Riya Nawaf: Es verdad. Anteriormente al mes de abril tuvimos otro tipo de soldados que no eran marines. Abrieron una oficina de reclamaciones y dijeron a la gente que presentaran sus demandas y la gente lo hizo [4]. La gente preparó todos los documentos que les solicitaban, pero los estadounidenses compensaron sólo a unos pocos, siete u ocho entre cientos de casos: asesinatos, heridos, propiedades dañadas, dinero, oro, joyas y documentos robados y rechazaron devolver lo que se reclamaba. Cuando esas tropas se marcharon en abril se llevaron todo con ellos, incluidas las reclamaciones y los documentos sobre los casos. Preguntamos a los soldados que están ahora qué iba a pasar con todo eso y nos dijeron que ellos no tenían por qué hacer nada sobre hechos de los que no eran responsables. Los iraquíes no pueden comprender esta situación, para ellos todos son soldados estadounidenses.

-Imán Jamas: ¿Quiénes eran los últimos soldados?, ¿de qué clase?
- Riya Nawaf: No lo sé, les llamamos sólo Fuerzas de la Coalición, no sabemos en qué brigada o en qué batallón están. Lo que no entiendo es por qué destrozan y rompen cosas y dicen que nos compensarán. En muchos casos, las compensaciones son sólo simbólicas. En otras ni siquiera admiten que hayan cometido una falta.

Hace poco tiempo apareció una noticia en televisión informando de que las fuerzas de policía de al-Qaim habían dimitido en grupo. Para nosotros esa noticia no constituyó ninguna sorpresa, la esperábamos. Cuando les visitamos unos días antes pudimos comprobar lo frustrados que se sentían. Les habían tratado peor incluso que al hospital. Las dos únicas comisarías en al-Qaim y Rummana, a pocos kilómetros una de otra, fueron asaltadas, destrozadas sus puertas, confiscadas las armas y robado el dinero. Incluso se les prohibió que se movieran, igual que en el caso de las ambulancias, y les amenazaron con dispararles si salían de la comisaría. Las tropas estadounidenses dispararon contra un teniente coronel de policía [iraquí], Yamil (al que nos hemos referido antes). Rechazaron ayudarle aunque reconocieron su tarjeta de identidad. Le dejaron desangrarse hasta morir y mataron al hombre que trataba de ayudarle. Otros tres oficiales [iraquíes] fueron arrestados hace seis meses, el capitán Judeiyr, el teniente Rad y el teniente Yeiri. No se sabe por qué fueron arrestados, por qué tienen prohibidas las visitas o cualquier otro derecho, sienten que no merecen ese trato y que podrían cuidar de la seguridad con la mitad del personal que tienen ahora, si los estadounidenses les dieran tan solo una oportunidad.

* Imán Ahmad Jamas, iraquí, es la directora del Centro del Observatorio de la Ocupación, en Bagdad. Con su equipo, el Centro se dedica desde pocos meses después de la invasión anglo-estadounidense a documentar los efectos de la ocupación en la sociedad iraquí y a recoger testimonios que aportan en sus informes. Este informe, elaborado el pasado 22 de mayo en la ciudad de al-Qaim ha sido remitido por Jamas a CSCAweb.


Notas de CSCAweb:

1. Sobre esta batalla informó CSCAweb en el 'Diario de la resistencia' del 17 de abril. Véase: Diario de la resistencia - Abril de 2004
2. Véase en CSCAweb: Carlos Varea: Sobre los sucesos de Faluya: 'Una derrota múltiple para EEUU' | Declaración del CSCA: Con Faluya, con el pueblo iraquí. Retirada inmediata de todas las tropas extranjeras de Iraq - Declaración del International Action Center | Ibrahim Alloush: Diez lecciones estratégicas de la experiencia de Faluya | Sinfo Fernández: Tras los sucesos de Faluya. Soldados, mercenarios y empresarios: La privatización de la guerra avanza en el Iraq ocupado
3. Véase en CSCAweb: Iman Ahmad Jamas: Boda de sangre en Mugrldib: Testimonios e Informe del Centro del Observatorio de la Ocupación en Bagdad - El Pentágono admitió haber atacado la aldea de Mugrldib, quizás una represalia premeditada
4. Véase en CSCAweb: Informe: "Violaciones de derechos humanos y demandas relacionadas con las operaciones militares de EEUU en Iraq"

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